Soy rockero y metalero desde que tengo memoria.
Sin embargo, cuando miro atrás y me preguntó ¿En qué momento comencé a escuchar música?, se viene a mi memoria cuando tenía entre 10-11 años y aquellos viajes en vacaciones de verano, allá por el 84-85.
Era el panorama familiar de todos los veranos: Viajar en auto a Iquique a visitar a mi abuelo y tíos.
Eran veranos de playa (obvio, era Iquique!), pero tal vez lo que más me gustaba de ese viaje era sumergirme en un mundo escondido en aquel mueble gigante de madera, a un costado del comedor principal.
Mis tíos, especialmente el tío José (o Jochito como le decíamos) y el tío Pato, tenían cientos y cientos de colecciones musicales de todo lo que uno podía imaginar. Montones de casetes de música. Y ojo, cuando digo música, me refiero a música de verdad… aún no existían bazofias musicales como el reguetón (si, en minúsculas la weá!).
Había mucho rock, música andina y mucho más de todo, repartido por ahí. Sólo había que descubrirlo.
Recuerdo que de todo lo que encontré, lo que más me llamó la atención fueron Los Beatles, Queen, Los Jaivas, Pink Floyd, Eric Clapton, Jimi Hendrix, Illapu… en algunos casos (como Los Beatles y Queen) llegué al nivel del fanatismo en serio.
Pero un día, supongo que el tío Pato me vio escuchando algo y me preguntó: Has escuchado a Tchaikovsky?
Yo: ¿Quién?
Tío Pato: Pta el wn… acompáñame.
No sólo me llevó a escuchar la Obertura 1812, sino que también me explicó el significado de las guerras napoleónicas entre Francia y Rusia, que la obra intentaba relatar. Y digo intentaba, porque requiere mucho de la imaginación del oyente, de su conocimiento y entendimiento de esa historia también.
Era música clásica relatando el avance francés de la Grande Armée, la valiente resistencia y la posterior victoria rusa, allá en el año 1812, que llevó a la destrucción casi total de la Grande Armée y la caída de Napoleón Bonaparte unos años después, cuando el resto de Europa se le fue en collera.
Obviamente, la primera vez que la escuché no tenía ni idea de lo que estaba escuchando, pero para eso estaba el tío Pato, que me fue relatando el significado de todo, durante los 16 minutos que dura la obra.
Debo aclarar que el tío Pato es el menor de mis tíos y debe tener sólo unos 6 o 7 años más que yo. Cuando yo estaba en 6º o 7º básico, él estaba entrando a la universidad a estudiar Derecho.
Cuando tenía pausas de estudio (La U de Conce estaba en paro o algo así jaja), solía visitarnos y se quedaba en nuestra casa por varios días (por lo general en mi pieza, ya que yo tenía una especie de camarote o cama nido si quieren ponerse específicos). Nos solíamos hacer bromas a diario, sabanitas cortas y cosas así. Yo le solía patear la cama cuando me estaba levantando en esas mañanas, cagado de frío, tomando mis cosas para ir al colegio y escuchaba esa risa burlona estilo patán el magnífico.
Nunca se lo he dicho, pero siempre lo consideré el hermano mayor que nunca tuve. No fueron pocas las veces que me ayudó con trabajos de historia para el colegio o incluso enseñando a estudiar o armando resúmenes de lo que debía aprender.
Fue él quien me enseñó que la lectura no era sólo leer lo que te obligaban en el colegio y me presentó los primeros libros que me gustaron de verdad (como El Sabueso de los Baskerville de Arthur Conan Doyle, o Diez Negritos de Agatha Christie, que probablemente sólo por el título en inglés hoy sería bastante funable jajaja).
Bah, incluso fue él y no mi padre, quien me dejó mi primera máquina de afeitar y constantemente en sus viajes dejaba crema de afeitar en el baño, me imagino que de forma intencional para que yo la pudiera ocupar y no hacerme cagar la cara en el proceso.
Nuestras partidas de ajedrez eran legendarias (al menos para mi, jaja). Y lo que más me gustaba de jugar contra él es que nunca se dejó ganar.
Aprendí a jugar a punta de palizas y debo decir que de las ocho mil veces que jugamos, sólo le logré ganar una vez, pero esa vez se sintió como si hubiese conquistado el universo.
Fue él quien me enseñó los primeros acordes de guitarra también, además de cómo afinarla y un par de canciones sencillas que me permitieron seguir mi propio camino después.
Tal vez gracias a esa influencia siempre tuve una mirada musical un poco más amplia. Me encantan el rock y el metal, es cierto, pero siempre me ha fascinado la música clásica de autores como Mozart (si nunca has jugado un shooter con Dies Irae de fondo, no sabes lo que te has perdido!), Vivaldi con su movimiento de invierno o Bach con su concierto de violín Nº 2.
También he llorado de emoción escuchando clásicos de la ópera, como el Pagliacci (Recitar!) o E Luceban Le Stelle de Puccini y Nessun dorma (que de pasadita y entre tanto reguetonero de mierda, Andrea Bocelli nos dio una lección de lo que SI PUEDE OFRECER el Festival de Viña cuando las cosas se hacen bien!).
Pero no, mi música favorita no es el rock, ni el metal, ni la música clásica, ni la ópera.
Si, me encantan, escucho Slayer, Iron, Megadeth, Metallica o Sepultura (el antiguo eso si, cuando estaban los hermanos Cavalera) y feliz.
También con los Beatles o Queen. Debo tener el récord Guiness de ser el primero en llorar en el cine cuando iban apenas 14 o 15 segundos de la intro de la película Bohemian Rhapsody (en serio, esa intro de guitarra de Brian May me estrujó el corazón!). Pero aún no, no es mi música favorita.
Mi música favorita son, sin lugar a dudas, los Soundtracks de Películas. Obviamente de películas o series que me gustan, no de cualquiera.
Tengo una memoria especial para reconocer piezas musicales de una u otra película o también de la escena específica en donde se utiliza esa música.
Ejemplos como la escena cuando los Jinetes de Rohan cargan contra los Orcos en el Retorno del Rey… o cuando Batman está siendo entrenado por Ra’s al Ghul… o cuando Apollo se ve obligado a abrir fuego contra el crucero civil Olimpic Carrier… o aquel canto en élfico en la muerte de Boromir… o el primer vuelo de Superman… o aquella escena final de 1917 en que el cabo corre para avisar al coronel que debe abortar el ataque porque todo es una trampa del enemigo… o la escena de anarkía en Gotham (Joker)… o la escena de The Last of Us cuando Joel decide rescatar a Ellie, matando al que se le cruce…(por cierto, vea esta obra de arte del autor argentino, Gustavo Santaolalla) o cuando John Williams nos presenta por primera vez la Marcha Imperial, mientras Darth Vader aprecia el poderío del Imperio desde su crucero insigne Ejecutor… o la música en aquella escena de despedida de Hostiles que debe ser de las películas de western más tristes y crudas que se han hecho -ver trailer aquí- (maldigo a aquel ejecutivo estúpido que decidió que la película no estuviese en ninguna plataforma de streaming, es una de las piezas musicales más emocionantes e increíbles que he escuchado).
Son piezas musicales que me han emocionado hasta las lágrimas cuando las escucho, tal vez porque mentalmente recreo la escena donde las escuché por primera vez, no lo sé, pero sin duda creo que es un mundo que tiene mucha más emocionalidad que ofrecer.
Si le interesa escuchar soundtracks del bueno, le comparto mi lista y espero que la disfrute.
Es una muestra preliminar, obvio, spotify no deja compartir los temas completos salvo que lo escuche en la aplicación directamente.